11 años después

Era mi sexto año en las filas de la Real, y mi cuarto viviendo en Olarain, cuando al inicio del verano, desde el área educativa del club, me ofrecieron ser el responsable de un grupo de niños que el club quería tener cerca, a pesar de su corta edad.

FOCARIS (hogar en latín), era un área cerrada del Colegio Mayor Olaraín de San Sebastián, donde iban a vivir por primera vez jugadores menores de 15 años. Una simple puerta separaba, del resto de la residencia, seis habitaciones y una sala de televisión, tratando de proteger en cierta medida a los chicos. En una de esas habitaciones dormía yo.

Rubén Pardo Gutiérrez natural de Rincón del Soto, era un niño de 13 años cuando la Real Sociedad le ofreció incorporarse a su cantera y trasladar su residencia a San Sebastián para así intensificar su formación al lado del balón.

Así en 2005 llegó a la que iba a ser su casa durante los próximos cursos, “FOCARIS”

De esta manera Rubén y yo nos encontramos por primera vez. Él, un niño extrovertido con sus amigos, pero muy reservado con desconocidos, un niño que a las noches añoraba a su familia desde el otro lado del teléfono, para acto seguido irse a dormir abrazando un balón. Yo, un joven de 19 años que iba a debutar en 2ºB con el Sanse, mientras continuaba con mis estudios de Empresariales. Por aquélla época los dos soñábamos con jugar en primera división.

Focaris.

Donde saboteábamos el cuadro eléctrico para saltarnos el horario de la TV y así poder ver la “Champions”.

Donde jugábamos a “la mosca” mientras  se vaciaban extintores “sin querer”.

Donde cinco renacuajos se apoderaban de mi cama porque no querían irse a dormir “todavía”

Donde descubrí a Rubén, reí con Antón, estudié con Fernando, conocí a Sergio, abracé a Txomin y disfruté con Javi.

Focaris, donde un pasillo nada tenia que envidiar al mejor  campo de la liga.

Doce años después Rubén y yo volveremos a jugar un partido, el Benito Villamarín hará de pasillo.