Me llamó Toni Medias, «la voz de Los Chikos del Maiz y Riot Propaganda» y me pidió que reflexionara sobre el entorno y el negocio en el que vivo. Este es el resultado, publicado en www.publico.es el 7 de Septiembre de 2019.
No, no se ha confundido de medio de comunicación. Lo sé, Público no tiene sección de deportes y es una web donde puedes escapar del ruido del fútbol que lo absorbe casi todo. Tal vez por esa razón, me ha parecido interesante entrevistar para mi blog a un futbolista de Primera División. Porque no sólo existen Messi o Cristiano Ronaldo. Porque no todo es Barça o Madrid. Porque no podemos obviar que el fútbol es un fenómeno social que configura parte de la forma de vivir de millones de personas y debemos asumir que no todo a su alrededor es negativo. O, al menos, cuestionarlo.
Sí, me gusta el fútbol. Soy socio del Levante UD e intento ver partidos todas las semanas. Hoy en día es una contradicción permanente. Muchas veces me cuesta justificar esta pasión por todo el ruido social y mediático a su alrededor, que suele mostrar su peor cara. Tal vez esta entrevista sea otro intento de explicar qué me motiva de este deporte. O puede que busque encontrar una imagen distinta en un futbolista de Primera División.
Manu García nació hace 33 años en Vitoria-Gasteiz y, aunque lleva toda la vida jugando al fútbol, hasta los 30 no debutó en la máxima categoría del fútbol español. Ahora es capitán del equipo de su vida, el Alavés. Tiene pocos seguidores en las redes sociales, no cambia de botas ni peinado cada partido y aprovecha su tiempo libre para seguir estudiando. También para ir a conciertos. De hecho, lo conocí en uno de Los Chikos del Maíz en su ciudad. Eso me ha permitido poder charlar con él y mostrarle mis inquietudes acerca de este fenómeno que va más allá de la simple actividad deportiva. ¿O no?
Mis entrevistas suelen girar en torno al mundo de la cultura, por lo cual mucha gente se extrañará que este mes participe un futbolista. Para mucha gente es lo contrario, es el opio del pueblo que nos atonta, nos confronta y es el circo del siglo XXI para distraernos de las cosas importantes. Sin embargo, está claro que forma parte de la cultura popular de muchas regiones alrededor del planeta y, desde hace tiempo, existe la duda sobre si calificar al fútbol de cultura. Está claro que es un deporte que desde hace tiempo ocupa páginas en libros de poesía, de narrativa o de ensayo. Está presente en el periodismo, en la política y está relacionado con varios episodios de la historia contemporánea. Vistos estos antecedentes, ¿qué opinión tienes ante este debate?
Fútbol, veintidós individuos corriendo detrás de un balón, esa es la clásica visión de quien pretende simplificar este deporte. La realidad es que se trata de un deporte con una importante presencia diaria en nuestra sociedad. Un deporte que genera un gran sentimiento de pertenencia y vivido con una gran pasión por un porcentaje significativo de la sociedad. Estas características hacen de él un importante vehículo a través del cual relacionarnos con nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos…. Clasificarlo como cultura dependerá de la propia definición en sí. En mi opinión, sí forma parte de nuestra cultura.
Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Miguel Hernández o Manuel Vázquez Montalbán eran algunos de los muchos intelectuales que sentían pasión por el fútbol. (Para ser justos, también es cierto que tantos otros intelectuales lo repudiaban). Sin embargo, hoy en día parece más complicada la defensa de este deporte como fenómeno social. La sobreexposición de los futbolistas en las redes sociales, los sueldos estratosféricos de las estrellas y los gastos en fichajes, la compra de clubes históricos por jeques o millonarios excéntricos, el periodismo deportivo actual…
Todo conduce a nostálgicos que odian el “fútbol moderno” y a que, quienes defendemos esta pasión, tengamos que vivir con muchas contradicciones. ¿Crees que el fútbol actual vive más alejado de la sociedad y del aficionado?
El fútbol más primario, el del niño que juega con sus amigos en el parque, la sensación de celebrar un gol de tu equipo, el del padre llevando a su hija de la mano hasta el estadio, el de la clasificación en el teletexto…
El fútbol que yo conocí de niño era un juego con el que divertirme y desarrollarme y a través del cual hacer amigos. Un deporte que creó en mi niñez una identificación insustituible con mi equipo, el Deportivo Alavés, y mi ciudad, Vitoria. Con mi padre y con mi primo. Un juego que transformó un equipo de infantiles en una kuadrilla de amigos para siempre. Momentos llenos de pasión, de ilusión, de alegrías, de retos y de aprendizaje. Un juego que sustituía las frías fechas de un calendario por momentos que siempre recordaremos, como aquel 16 de mayo de 2001 y nuestra final de la UEFA. Esta es la esencia del futbol, de donde nace todo.
A partir de ahí, y aprovechando el gran arraigo de este deporte en la sociedad, ha crecido una industria deportiva que mueve grandes cantidades de dinero, que genera empleo y que se ha convertido en una actividad económica de considerable relevancia. Como tal, la economía empezó a tomar protagonismo y comenzó a influir en las decisiones que se toman en torno a él, restándole el romanticismo inicial y alejándolo de sus principios. Si bien esta realidad tiene otra visión, la que defiende que la magnitud y el desarrollo que esta alcanzando el fútbol como industria, tiene aspectos positivos.
Esta corriente justifica que la evolución de esta industria deportiva nos permite disfrutar de mejores jugadores, estadios y competiciones. Mejora la experiencia del aficionado, impulsa la creación de mejores escuelas deportivas donde nuestros jóvenes pueden ser educados, promueve actividades de carácter social, acerca la competición a otras comunidades más lejanas…
En este sentido, para mí, existen dos preguntas importantes: ¿Estamos aprovechando el gran desarrollo de este deporte como vehículo para mejorar nuestra sociedad? ¿Está devolviendo el fútbol lo que la sociedad le ha dado?
Mi opinión es clara, el desarrollo del fútbol como espectáculo debe ir ligado al respeto de los valores primarios de este deporte. Se debe dar absoluta prioridad al aficionado de cada club y se debe valorar el papel indispensable de quienes van al campo cada fin de semana a apoyar a su equipo, porque sin ellos ninguno de nosotros (jugadores, trabajadores, periodistas, directivos, técnicos…) podríamos disfrutar de este deporte en las privilegiadas condiciones actuales.
Si hablamos de cultura popular, está claro que el fútbol define la estética y la manera de comportarse de mucha gente joven. Muchos niños y adolescentes copian la ropa y los peinados de las grandes estrellas. Pero más allá de lo que podría ser anecdótico, también el comportamiento que pueden tener algunos futbolistas dentro y fuera del campo. Sus egos, sus desplantes o sus celebraciones “pintorescas”.
Además, como ahora exhiben tanto su vida en las redes sociales, hacen aspirar a muchos niños a jugar al fútbol para poder tener grandes casas o coches carísimos. También a padres que apuntan al niño al fútbol para “que les saque de pobres”. ¿No crees que desde los clubes se deberían imponer ciertos comportamientos para que el ejemplo que se da a la juventud sea otro? ¿O crees que no es labor del fútbol educar en determinados valores?
Siguiendo mi respuesta anterior, los clubes tienen la obligación social de educar, de trasmitir unos valores y una disciplina que complemente la educación de sus jugadores. Si como club estás dispuesto a acoger a jóvenes jugadores, es tu obligación cuidar su educación y encargarte de su desarrollo personal. En ese sentido, creo que los clubes son conocedores de su responsabilidad. Ahí aparece la figura del educador, que trasciende de la del simple entrenador.
Mi experiencia personal es muy positiva en ese sentido. Abandoné mi casa con 14 años, siendo un niño, para ir a jugar a la Real Sociedad. Allí me dieron una educación y me exigieron una disciplina las cuales determinaron la persona que soy hoy. No se trataba sólo de mejorar un futbolista, se trataba de utilizar el deporte para madurar y evolucionar como persona. Siempre estaré agradecido a la Real. Irme de casa tan joven fue una decisión dura. Sin embargo, me hizo enfrentarme a dificultades y aprender a superarlas, me permitió conocer amigos excepcionales y me devolvió a casa siendo mejor persona.
También parece que, al empezar muy jóvenes, se descuidan los estudios en muchos casos y se acaba dando el ejemplo de que no es necesario estudiar para triunfar en la vida. En tu caso, si no me equivoco, sí has continuado con tus estudios. Lo primero, ¿qué estás estudiando? Y lo segundo, tú que lo vives desde dentro, ¿hay muchos futbolistas que se siguen formando académicamente o sois excepción?
Cada vez el futbolista es mas consciente de la importancia que tiene la formación académica. El deporte de élite es un mundo cruel donde pocos llegan y es importante estar preparado para la siguiente etapa vital. He compartido vestuario con muchos jugadores con estudios superiores. Si bien es cierto que a mayor nivel deportivo menor número de estudiantes. Creo que la exigencia del fútbol de élite en edades muy tempranas a veces es un condicionante difícil de superar. Es cierto que en ocasiones tus obligaciones deportivas condicionan tus deberes académicos, pero la realidad es que tenemos tiempo para estudiar sin la presión de tener que empezar a trabajar al terminar.
En mi caso soy Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad del País Vasco. Compaginé la carrera con mis entrenamientos en el juvenil y el filial de la Real Sociedad. El hecho de continuar con mi formación académica se lo debo a mis padres, siempre le dieron una gran importancia y estuvieron vigilantes para que no la descuidara.
Mi experiencia me ha enseñado que aprender y relacionarte en un entorno diferente al deportivo es importante. No he ejercido más allá de unas prácticas universitarias pero puedo afirmar, sin duda, que haber continuado con mis estudios me ha ayudado a desarrollarme como futbolista y a alcanzar un mayor nivel deportivo. Además, considero que el aprendizaje no termina nunca. He estudiado inglés, he hecho cursos de fotografía, recientemente terminé un Máster en Gestión de Entidades Deportivas, este curso empezaré el curso de entrenador… Casualmente el único año que “sólo” me dediqué a jugar a fútbol tanto mi vida personal como deportiva se vieron afectadas negativamente.
Otro de los argumentos que utilizan contra el fútbol sus detractores es la violencia a su alrededor que, como decía Galeano, ensucia este deporte como “ensucia todo lo demás en este mundo de nuestro tiempo”. Añadía que “a la vista está, para quien no se niegue a verlo: en los estadios estallan, a veces de mala manera, las tensiones acumuladas por la desesperanza y la soledad, que signan este fin de siglo al norte y al sur, al este y al oeste del mundo; y esas tensiones pueden estallar en los estadios, ni más ni menos que en cualquier otro espacio de la violenta vida de nuestros días”. ¿Crees que el mundo del fútbol y sus hinchadas es violento o, como dice Galeano, no es más que un reflejo de una sociedad violenta en todos sus ámbitos?
El fútbol no tiene sólo características positivas, obviarlo sería absurdo. Desgraciadamente hay violencia, discriminación, racismo, faltas de respeto… por parte de todos los actores que participamos en este deporte. Estoy totalmente de acuerdo con la afirmación de Eduardo Galeano, el fútbol engloba tanta gente que en él se pueden observar todas las características presentes en nuestra sociedad. Es obligación de las organizaciones, los clubes y los jugadores dar ejemplo. Pienso que vamos en la dirección correcta, pero el camino aun es largo.
Antes hablaba de la relación del fútbol con la política. Está claro que, actualmente, se habla más de los negocios que se cierran en los palcos y de los presidentes que tienen relación con políticos, pero, también desde un punto de vista de compromiso social, tiene otras historias para tener en cuenta. Recordamos a Sócrates y Casagrande con una camiseta donde se leía la palabra democracia en los 80 frente a la junta militar brasileña. Johan Cruyff negándose a ir al mundial organizado por la Argentina de Videla, el mismo en el que el resto de los holandeses no saludaron a los militares al recoger la medalla de subcampeones; la Argentina de Maradona derrotando a Inglaterra en pleno conflicto de las Malvinas…
Actualmente hay equipos como el St. Pauli, de sobra conocido, y comienzan a emerger los clubes de accionariado popular donde el aficionado es el dueño. También ha habido jugadores claramente de izquierdas como Lucarelli u Oleguer Presas, entre otros. ¿Crees que el fútbol puede ser una herramienta para transformar la sociedad o para dar voz a los sin voz? ¿O sigue pesando más la parte empresarial y de poder?
Siguiendo con mis respuestas anteriores, no aprovechar la influencia que tiene el fútbol en la sociedad sería injusto. Tenemos esta relevancia por el apoyo que recibimos a diario de los aficionados. Cada individuo que forma parte de este negocio debe preguntarse si con sus actuaciones está devolviendo lo que la sociedad le ha dado. Desde jugadores, técnicos, periodistas deportivos u organizadores hasta los directivos. A parte de la innegable visión empresarial debe existir una conciencia social que determine nuestras actuaciones. En mi caso soy muy consciente de que los jugadores somos ejemplo para muchísimos niños que nos idolatran y están atentos a nuestras conductas, es muy importante ser conocedor de nuestra posición.
He puesto varios ejemplos, pero en el Estado español parece seguir siendo tabú manifestarse sobre temas sociales y políticos, sobre todo desde un punto de vista distinto al discurso oficialista. Hemos visto todo el circo alrededor de Piqué por decir, simplemente, que estaba a favor de una consulta en Catalunya. También vimos multar a Kanouté por mostrar su apoyo a Palestina o la persecución a muchas hinchadas que han aprovechado la grada para protestar contra las injusticias sociales.
También en la cultura hemos visto casos como el de Willy Toledo que dejó de ser contratado por expresar su opinión. O muchos músicos que callan por no perder seguidores. ¿Existe un miedo a posicionarse políticamente porque pueda afectar al terreno profesional?
Los jugadores somos personas, aunque en este mundo sólo se nos valora por nuestro rendimiento inmediato como jugador y no se tienen en cuenta las consecuencias personales que decisiones de terceros tienen sobre nosotros.
Evidentemente tenemos inquietudes y opiniones en términos políticos. El problema está en la gran repercusión mediática de nuestras actuaciones y en como pueden manipularse para crear opinión. Por ello creo que no nos posicionamos, para evitar que nos usen para intereses de terceros.
Entre los referentes intelectuales que he mencionado al principio sólo he dicho hombres. El fútbol, al igual que otros ámbitos de la sociedad, sigue siendo un mundo donde existe mucho machismo. Ahora parece que el fútbol jugado por mujeres empieza a llamar la atención del aficionado, de los patrocinadores y varios equipos de Primera, como el Alavés, tienen su propio equipo. ¿Qué crees que falta para que se asiente, se le dé una mayor visibilidad y se valore más?
Creo que el desarrollo que esta teniendo el fútbol femenino en la actualidad es muy positivo. Y en parte esta evolución se debe a la implicación de los clubes en crear la sección femenina, dotándola de los medios y visibilizando su actividad. Creo que vamos en el buen camino, pero es necesario contar con el apoyo de los clubes, las instituciones, los patrocinadores… por supuesto también el apoyo del aficionado y que esta explosión reciente perdure en el tiempo.
Está claro que no todos los futbolistas de Primera son iguales ni cobran el mismo sueldo. De hecho, entre el primero y el último la diferencia de sueldo es abismal. A algunos jugadores os ha costado muchos años y esfuerzo llegar a la división de honor, pero se sigue viendo al futbolista como una persona que vive ajena a la realidad social que sufre la mayoría. ¿Crees que es así o en tu caso es distinto?
Somos muchísimos los jugadores y al establecer un patrón de comportamiento general se incurren en prejuicios que en muchas ocasiones son falsos. Creo que hay de todo, jugadores que viven en su burbuja y otros que no lo hacen.
Cada jugador ve marcada su personalidad hasta que llega a ser profesional por numerosas variables que afectan a su desarrollo personal. Trayectorias deportivas, entornos personales, intereses, educadores, entrenadores, frustraciones, éxitos… infinidad de variables que van marcando nuestra identidad.
Es imposible pedirle a un chaval que alcanza la élite con 20 o 21 años que lo valore y actué de la misma manera que puedo hacerlo yo que debuté en primera división con 30 años. No pueden opinar y actuar igual que yo. No deben, incluso. Están en formación, es momento de equivocarse y aprender. En mi caso siempre he intentado mantener mis amistades y no dejar de actuar como lo hacía cuando jugaba en 2º División B y nadie me conocía en mi ciudad.