Mi Final

 

Cuando el Mister, bajo la lluvia de Ibaia me explicó su plan para la final, me fuí a casa convencido de que íbamos a ser campeones.

Pasé dos semanas extrañamente tranquilo, cuidando todos los detalles, preparándome, descansando, escuchando consejos, juntándome con la gente que más quiero, acudiendo a decenas de actos promocionales, ruedas de prensas, entrevistas, cenas… Pero todas las noches, dormía sintiendo, que seríamos campeones.

Viernes, mientras miles de alavesistas comenzaban su viaje hacia Madrid, entrenamos y con todo preparado cogimos el avión que nos llevaba a la gloria. Ya en el hotel, compartimos nuestro último “colacao”, sobre la camilla de los fisios. Videollamamos a Lagu, reímos con Dey, cantamos, hicimos fotos, nos fuimos a la cama, y le dije a Gaizka: “ Toque, mañana ganamos”

Había llegado el día. Dormí genial, descansé, me levanté con ganas de comerme el mundo. Mis padres vinieron a darme su bendición, antes de que el Mister apurara los últimos detalles del partido. Comimos e intenté dormir pero esta vez, me fue imposible, la final ya estaba cerca, entonces llamé a Borja y Jon para ver el scouting de Messi, Busquets, Iniesta y Rakitic, quería hacer todo lo que estuviera en mi mano para ganar ese partido. Después fotos, videos, llamadas, mensajes, ví Madrid en azul y blanco. Compartí la última hora con Gaizka, Sergio y Einar, sonó la puerta y apareció Sendoa con un nuevo brazalete. Manu García Kopako Finala 27-05-17. Y de repente tras meses esperándolo, llegó.

Estaba preparado para sufrir, para pasarlo mal, para luchar, porque sentía que al final, saldríamos campeones.

Sin embargo, llegó el final.

Levanté a todos los que estaban en el suelo, no quería ni una foto como la de Desio en Dortmund. No podíamos ser recordados con ese dolor.

No pudo ser, pero disfruté, me emocioné, miré a la grada y guardé momentos que jamás olvidaré, pensé en 2ºb, Raúl me recordó Jaén, crucé miradas con mi novia, mis padres, mis amigos, mis hermanas, y ví a toda una afición orgullosa de su equipo.

No somos campeones, pero desde la esquina del Calderón, sentí que el Alavés era más grande que nunca.